John Gottman es un psicólogo clínico estadounidense e investigador que se dedicó durante mas de 40 años a estudiar de forma científica a parejas, de esta forma pudo obtener resultados basados en la evidencia empírica. Los resultados de estos estudios fueron integrados en los métodos y protocolos de trabajo en la terapia de pareja.

Gottman observó los resultados de las estadísticas de divorcio que entonces eran para un primer matrimonio del 67 por ciento en un período de 40 años, produciéndose la mitad de esos divorcios durante los 7 primeros años de relación. Además de esto, la probabilidad de divorcio en los segundos matrimonios aumentaba un 10 por ciento más con respecto a los primeros.

Después de muchos años de investigación Gottman afirmó que podía predecir con un 91% si una pareja se divorciaría o seguiría felizmente unida después de observarla y escucharlas durante cinco minutos.  John junto con su esposa Julie Schwartz Gottman fundaron a finales de los 70 lo que se denominó el “laboratorio del amor”. Miles de parejas acudían a un apartamento para ser observadas, monitorizadas y analizadas mediante cámaras de vídeo, audio, sensores fisiológicos y otros medios como el análisis de las microexpresiones, reacciones emocionales, lenguaje no verbal, etc.

Sin duda podemos decir que el amor es un sentimiento poderoso pero que no lo puede todo y menos aun garantizar la estabilidad de una pareja en un matrimonio feliz en el tiempo.

Alguna de las conclusiones principales en la predicción del divorcio como consecuencia del estudio de miles de pareja es una de las teorías mas aceptadas dentro de la comunidad científica sobre relaciones de pareja conocida como “Los cuatro jinetes del apocalipsis”. Existen cuatro elementos básicos que de encontrarse presentes en la pareja son predictores de su fracaso en el tiempo y son:

Las críticas: El estilo de comunicación es muy importante diferenciar entre hacer una queja y una crítica. En la queja, necesaria para el desarrollo de la propia relación, nos fijamos en la conducta del otro, mientras que en la crítica devaluamos al otro. No es lo mismo decir “me gustaría que pudieras recoger tu ropa cuando llegues a casa” frente a “eres un guarro y un desordenado”.

El desprecio. Frases del tipo “a ti quien te va a querer”, “eres incapaz de hacer nada bien”, “donde te crees que vas a ir tu con esas pintas” son frases altamente destructivas dentro de una relación. El sarcasmo, el escepticismo sobre las cualidades o capacidades del otro, la burla, el humor hostil, la amenaza, la provocación o los insultos envenenan cualquier el vínculo de pareja.

Con el desprecio en cualquiera de sus formas se alimentan las rumiaciones negativas sobre la pareja que se almacenan dentro de la persona de no resolverse. Como curiosidad hay que decir que las parejas que muestran deprecio tienen mas probabilidades de sufrir enfermedades infecciosas según Gottman.

Las posiciones defensivas: es una posición basada en la negación, no querer ver los problemas, las dificultades, no atender las demandas del otro, las peticiones del otro. Además de esto se responsabiliza a la pareja de estar creando problemas donde no los hay, de estar sobreactuando o llamando la atención lo que deja en soledad y abandono al otro miembro de la pareja que no sabe cómo llegar al otro generando un fuerte sentimiento de impotencia y malestar.

El silencio o las actitudes evasivas: Se refiere al distanciamiento de uno de los cónyuges ante la angustia que le suponen las críticas, el desprecio o el planteamiento de problemas frente a los que uno no se siente competente en su abordaje. Uno de los miembros de la pareja presenta, por tanto, una estrategia de resolución de problemas basado en la huida, la evitación o el aislamiento. Esta actitud evasiva es mas común en los hombres hasta en un 85% y no se limita al silencio sino a todo tipo de conductas sutiles como la evitación del contacto ocular, no mostrar importancia, hacer como si no oyera, etc.

Estas son algunas de las señales que nos advierten de que la pareja está malfuncionando y que, si no se acometen acciones terapéuticas urgentes, la relación acabará fracturándose de forma definitiva, con la gravedad, en muchos de los casos, de existir hijos menores de edad dentro de la relación y con un pronóstico duro en cuanto a procesos de divorcios complicados.