La queja es una expresión emocional a la que todos tienen derecho para poder aliviar su malestar. Sin embargo, cuando es utilizada de forma compulsiva se trasforma en un estilo de comunicación que marca la vida de la persona que hace uso de ella y de todos los que están a su alrededor por el deleite amargo que provoca.
La queja se convierte, entonces, en un hábito sobreaprendido, en una conducta sin fin, en una forma de relacionarse con el mundo, con las personas y con las ideas empobrecedora y limitante. Como el niño que descubre el “no” y le es revelado que por medio de la palabra “no” adquiere el poder de provocar cambios en su realidad, la queja pasa a ser una fórmula de relación que otorga un poder y placer extraño a la persona que la esgrime, ya que desata un estado emocional intenso displacentero en los depositarios de esta. Este estilo de comunicación desde la queja le priva de la oportunidad de mostrase tal cual es, a través de su propia valía personal y por lo tanto de desarrollar su autoestima y confianza personal.
Negativizar lo positivo es propio de personas inoperantes huérfanos de propuestas y soluciones que bailan al son maldito del chisme y la crítica, amargados e insatisfechos abandonados a la mezquindad de querer destruir todo aquello bueno que les rodea.
La persona que sufre esta adicción masturbatoria de quejarse por todo ha elegido un mal camino para librarse de su sufrimiento, amargura, infelicidad, inseguridad, sentimiento de inferioridad y su agresividad. La queja es el camino a ninguna parte. Aquí, como en otras tantas cosas en la vida no hay atajos.
La queja es una conducta evitativa que frena y paraliza a la persona para enfrentarse y exponerse a sus miedos más profundos (que son los de todos) y asumir así la responsabilidad y desafío de su propia vida.
Desde el quejoso amateur, hasta el quejoso malvado profesional, todos deben de saber que el pensamiento construye la realidad y modifica nuestro cuerpo y nuestra mente. Abandonar esta adicción a la queja es una decisión consciente y audaz que cambia la vida y merece ser tomada.
Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica