Como quien amargamente pide poder arrascar el brazo que perdió con el fin de aliviar ese fuerte picor, o dice sentir como mueve los dedos de una mano que no existe, hay quienes a pesar de sufrir familias negligentes, insensibles o erráticas siguen creyendo que esas familias permanecen conectadas a ellos y por tanto esperan penitentemente ser amados, valorados o reconocidos para aliviar también ese fuerte dolor emocional.
La familia como miembros de nosotros mismos, extensiones de lo que somos, también lo son y actúan como miembros fantasmas. A pesar de la evidente amputación psicológica familiar sufrida por algunas personas, su mente sigue creyendo que la familia está vinculada afectiva y empáticamente a él. Es como si la mente no pudiese reorganizar la información del desmembramiento o desconexión familiar, lo que le conduce a un estado de confusión emocional y sobreexposición familiar cayendo en posiciones de sometimiento y subyugación a la espera de ese afecto, reconocimiento y valoración que solo existe de forma fantasmagórica que nunca real.
El dolor de la persona sufrido es tan intenso que buscando calmarlo y al no recibir respuesta por parte de la familia fantasma, la persona se vuelve altamente vulnerable al abuso y el maltrato lo que trae consigo el riesgo de sufrir trastornos de ansiedad y de depresión.
Finalmente, mientras que en el caso del miembro fantasma se utiliza una metodología basada en el recondicionamiento sensorial del cerebro con espejos para poder tratar ese dolor, ante la amputación familiar y el síndrome de la familia fantasma se requiere de una intervención desde la psicológica clínica para recondicionar la mente y así mejorar su calidad de vida, prevenir trastornos de ansiedad o depresivos y mejorar la autoestima.
Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica