Estos días hemos podido leer como una niña británica de 9 años ha tenido que ponerse en tratamiento psicológico para las adicciones comportamentales como consecuencia de una fuerte adicción al enésimo videojuego de moda “Fortnite”. Las conductas que aparecen en la niña son las propias de un adicto al videojuego, con una pérdida de la noción del tiempo, estando más 10 horas jugando sin parar, pasándose la noche jugando sin dormir, aislándose en sus relaciones, con los lógicos trastornos del sueño, perdida de rendimiento académico, problemas familiares y conductas regresivas como opinarse encima para no interrumpir la partida.

Los videojuegos utilizan un sistema de refuerzo psicológico que favorece el “enganche” y la adquisición del comportamiento adictivo, ya que no debemos olvidar dos cuestiones básicas; En primer lugar, es recordar que la mente humana es muy fácilmente manipulable y más aún en niños dada su vulnerabilidad y falta de desarrollo psicológico.

En segundo lugar, es que no vivimos en el “país de las maravillas” sino que se persigue un claro objetivo económico con la salida al mercado de todos estos videojuegos, lo cual no es motivo aquí de discusión desde la perspectiva económica o empresarial. No obstante, si merece una reflexión desde la perspectiva de la salud psicológica de esos niños y adolescentes que quedan atrapados y sumergidos en la adicción empobreciendo y dañando sus vidas y desarrollos como personas. Por si fuera poco, y lo de la casualidad se lo dejo a ustedes para que lo valoren, aparecen los famosos, modelos o iconos sociales de turno de nuestros jóvenes jugando y promocionando esos mismos videojuegos.

Si bien es cierto que el videojuego tiene un carácter lúdico y de divertimento y todas las nuevas generaciones van a tener que aprender a convivir con ellos como con el resto de todas las nuevas tecnologías, el gran problema es el “cómo se hace”. No hay una conciencia social sobre los problemas peligros y riesgos potenciales asociados a la red, los padres desconocen que medidas parentales tomar frente a los videojuegos o como llevar a cabo una psicoeducación digital o que estrategias adoptar, cómo construir la resiliencia digital propia y para sus hijos y como favorecer el empoderamiento digital de sus niños y adolescentes en un proceso de alfabetización digital saludable.

Por lo tanto, primero debemos poner las medidas preventivas para proteger a nuestros hijos y adolescentes y a nosotros mismos.  Este es un problema grave que está proliferando a gran velocidad y que precisa de una toma de conciencia rápida tanto por los padres como por las administraciones para poner en marcha todas las medidas de actuación psicológicas sanitarias necesarias

 

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica