Experimento conductual centrado en la emoción.
Existen diferentes formas de trabajar la regulación emocional. SI aceptamos la división de la emoción en tres partes como son los pensamientos (todo aquello que fluye en nuestra mente), las sensaciones físicas (lo que sentimos en nuestro cuerpo) y los comportamientos o las conductas (lo que hacemos) entonces podemos obtener tres vías de acceso para trabajar la regulación de nuestras emociones.
En este caso vamos a observar cómo se puede entrenar dicha regulación de las emociones tomando como punto de partida las conductas, si bien se pueden abordar psicológicamente y así se hace en psicoterapia, por las tres vías de acceso comentadas. También debo añadir que para iniciar este tipo de trabajo debemos tener trabajado la comprensión de las emociones, haber aprendido a identificarlas y definirlas, saber cuáles son sus funciones, qué es el ciclo de la evitación, aprender sobre las partes de una emoción y haber practicado todo ello.
Lo primero es hacer una lista de actividades que te resulten placenteras, agradables, que te produzcan bienestar. Piénsalas bien, existen diferentes tipos de categorías, existen actividades para hacer solo, para hacer con otras personas, actividades de perfeccionamiento, actividades físicas y actividades que ayuda a los demás, de cooperación social.
El segundo paso es entender dos conceptos. Por un lado, está aquello que llamaremos “las conductas impulsadas por la emoción” y por otro la “acción opuesta”.
Existen todo un repertorio de conductas automatizadas que aparecen como respuesta a la experimentación de una emoción. Por ejemplo, experimentar la emoción de la tristeza puede activar la conducta de aislamiento haciendo que la persona se encierre en su habitación se tumbe en la cama y esto tenga como consecuencia alimentar aún más el malestar, con rumiaciones y pensamientos obsesivos, lo que traerá mayor sufrimiento y por más tiempo. La emoción te pide que hagas algo a esto le llamamos conductas impulsadas por la emoción.
La acción opuesta se refiere a que la persona es capaz de identificar la emoción, se da cuenta de lo que le pide que haga la emoción y a pesar de ello actúa de forma diferente.
Tercero tenemos que aprender a observar la relación que existe entre el nivel de actividades que llevamos a cabo y el estado de animo que tenemos. Para ello podemos registrar a lo largo de una semana por días nuestro estado de ánimo junto al número de actividades y en que han consistido. (No quiero que nadie se lleva a error, no se está planteando soluciones simples a problemas complejos. Los desordenes emocionales se deben trabajar más allá de la conducta. Este será un solo ejemplo de un ejercicio de ayuda para salir del malestar y poder entrenar una regulación emocional que no exime del resto de trabajo psicológico. Asimismo, no se invita a la compulsión ni al acting como salida al malestar, solamente se explica una técnica).
Cuarto, por último, es la hora de poner en marcha lo que llamamos un experimento conductual centrado en la emoción. Una vez que hemos aprendido a observar los estados emocionales asociados a determinados desencadenantes llega el momento de actuar sustituyendo la conducta impulsada por la emoción por una de las conductas seleccionadas de nuestra lista de conductas agradables.
Si sientes mucha tristeza o te sientes deprimido se pueden programar actividades agradables para cada día, indicadas en compañía de tu psicólogo, que tengan un carácter realista, alcanzable y progresivo respetando los tiempos de adaptación. No se trata de grandes acciones, pueden ser pequeños cambios. Al final del día puedes registrar el resultado de estos experimentos en un registro que recoja qué sentiste, que te pedía la emoción que hicieses, por que conducta la permutaste y como fue tu estado de animo al final del día.
Este es sólo un pequeño ejercicio dentro de un conjunto global de acciones para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales.
Dr. Ricardo Bravo de Medina
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
