Suena el móvil cuando acabo de encender el fuego para hacer café. Es temprano, dudo, no sé qué hacer. O desayuno tranquilo o atiendo la llamada. Muchas veces pienso que me gustaría vivir en los pliegues del tiempo, cuando se construyen las cosas. Al final decido apagar el fuego y atender la llamada. Respondo a mi amigo O, en proceso de separación desde hace unos meses.
– ¿Te has fijado que casado, cansado y asado son palabras genéticamente similares? – me pregunta.
Permanezco unos segundos en silencio.
-Pues no sé – le respondo -, a lo mejor son órganos de un mismo cuerpo. O hijos de la misma familia. Como los tres cerditos que al final del cuento se van a vivir juntos para defenderse del lobo.
Estoy preocupado por O. Desde que comenzó su proceso de divorcio tiene un comportamiento algo extraño. El otro día tomando un café con él me preguntó si sabía de donde surge la ambición.
-Es por la orfandad original – le dije -, cuando el padre y la madre no son capaces de sintonizar emocionalmente con el bebé y mas tarde con el niño o niña, el cable psicológico queda suelto. Por eso de mayor el inconsciente intenta repararlo buscando éxitos a toda costa, como forma de reparación paliativa.
-Ahhh, – me responde -, ¿y vale también para las relaciones?
-Supongo que sí, por eso hay coleccionistas de relaciones.
Conozco a mi amigo O desde hace muchos años. Creo que esta situación de separación le ha provocado un trastorno de orfandad asimétrico. La separación para él es como si un día hubiera amanecido con un brazo más largo que el otro. Con sorpresa y tristeza le veo en todo momento intentando adaptarse a esa asimetría.
Ahora se ha apuntado a una red de Tinder de asimétricos. Parece que ha encontrado una enfermera de 35 años, algo tímida pero igual de asimétrica. Ella también se levantó un día y se encontró con un brazo mas largo que el otro.
Sin duda son felices.
Cada mañana me levanto con el deseo de descubrir la asimetría compartida con la que pueda ser feliz..
