Que la psicoterapia produce cambios en el cerebro es un hecho ya conocido por todos gracias al desarrollo de las técnicas de neuroimagen. Un buen trabajo psicoterapéutico será capaz de producir cambios en los estados emocionales de la persona, en su forma de pensar o su sistema de creencias y en la forma de comportarse o conducta. Al hacer este trabajo psicológico en nuestra mente, su correlato fisiológico, es decir, en nuestro cerebro, también se producen cambios tanto en su funcionamiento como en sus estructuras neurales.

Dentro de este contexto debemos subrayar cómo la psicoterapia puede actuar estimulando la producción una serie de sustancias inhibitorias del estrés.

Ante una situación de amenaza nuestro cerebro reacciona liberando una hormona del hipotálamo productora de corticotropina (CRH), lo que lleva a la glándula pituitaria a liberar adrenocorticotropina (ACTH) y esta activa a las glándulas suprarrenales para que liberen el cortisol. El cortisol liberado tiene la misión de optimizar y mejorar nuestra respuesta ante una situación de crisis aguda (ataque-huida). El problema viene cuando el cortisol permanece en nuestro organismo de forma excesiva sin regulación.

Un exceso de cortisol afecta negativamente el sistema inmunológico, metabólico, gastrointestinal, cardiovascular, reproductor, produce trastornos del sueño, pérdida de memoria y concentración entre otros, por lo que podemos entender la importancia y necesidad de reducir los niveles de cortisol en nuestro organismo.

Ahora sabemos que no sólo los fármacos, sino que la psicoterapia también es capaz de estimular la producción del neuropéptido Y o la dehidroepiandrosterona (DHEA) que se encarga de disminuir los efectos del cortisol, lo que llevaría a la reducción de la ansiedad contribuyendo a la resiliencia del individuo.

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica