Trastornos de despersonalización-desrealización

Algunas personas experimentan un sentimiento de extrañeza, de irrealidad, de distanciamiento, como si no formara parte de sí, de ser un observador de sus propios pensamientos, sentimientos, sensaciones, de su cuerpo o de sus propias acciones. Esto es lo que llamamos despersonalización. Frases como “sé que tengo sentimientos, pero no puedo sentirlos”, o “tengo la cabeza llena de algodón”, o “es como si fuera un robot” son ejemplos de cómo puede tratar de describir la persona esta experiencia.

Al mismo tiempo pueden tener experiencias de irrealidad, como de estar fuera del propio entorno, como si todo fuera un sueño, como si nada fuera familiar, con sensación de nebulosa, de estar en una burbuja, detrás de un cristal, como si hubiera un velo que los separase de la realidad. Al mismo tiempo pueden ocurrir distorsiones visuales pudiendo tener una experiencia visual distorsionada, borrosa, agudeza visual aumentada, campo visual aumentado o disminuido, bidimensionalidad o planitud, exageración de la tridimensionalidad, alteraciones en la distancia o tamaño de los objetos. Pueden aparecer también experiencias auditivas silenciándose o aumentando las voces o los sonidos, esto es lo que llamamos desrealización.

Estas personas tienen grandes dificultades para poder describir lo que les pasa y tienen un gran temor a estar padeciendo una enfermedad mental grave, a pensar que “están locos” o que se están “volviendo locos”, sin embargo, dejos de esa idea, conservan su sentido de la realidad y la conciencia de esta experiencia como una anomalía, manteniendo su capacidad crítica acerca del trastorno. Mas aun, son personas que se caracterizan por poseer una inteligencia fina y buena capacidad introspectiva.

Mas allá de que esta experiencia pueda tener un carácter episódico o recurrente siempre lleva consigo el hecho de ser una vivencia de un gran sufrimiento y dolor emocional. La persona vivencia una gran preocupación y obsesiones por lo que le está pasando. Síntomas comunes son la alteración subjetiva del sentido del tiempo (puede tener la sensación de que va demasiado rápido o demasiado lento), déficits cognitivos, dificultades para recordar las experiencias del pasado, sensación de saturación en la cabeza, hormigueo o sensación de desmayo.

Los síntomas de este trastorno pueden empezar, de forma repentina o gradual, a principios de la infancia, aunque la edad media estimada está en los 16 años. El curso de la enfermedad puede ser crónica y un tercio pude presentar síntomas de forma continua. La intensidad de los síntomas puede variar a lo largo del tiempo estando relacionados con factores externos e internos de la persona. La ansiedad, el estrés, los cambios de humor, la sobreestimulación, la deprivación del sueño serian algunos de los factores que intervienen en el aumento y reaparición de los síntomas en la persona.

Se recomienda llevar a cabo un tratamiento psicoterapeútico, desde la psicología clínica, con el fin de regular los factores emocionales de la persona, la superación de mecanismos de defensa mantenedores del cuadro como la idealización/devaluación, los esquemas cognitivos de desconexión asociados a experiencias de abuso, negligencia y privación, fortalecimiento de la autonomía, superando posiciones dependenciales de vulnerabilidad y dotando de recursos de afrontamiento así como procurando entrenamientos de regulación psicofisiológica entre otros objetivos.

Dr. Ricardo Bravo de Medina

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica