En una inscripción sobre un cuadrante solar muy antiguo podemos leer “Horas non número nisi serena” (“las horas no cuentan si no son serenas”). Angustia y serenidad.

El drama del ser humano de nuestro siglo es que perdió el instinto, la serenidad y el pensamiento crítico que ya no le dicen lo que tiene que hacer. Y tampoco sabe lo que desea hacer o como diría Kierkegaard perdió la individualidad en el infinito (de posibilidades).

Sartre decía que una de las cargas mas pesadas de ser libre es la de tener que inventar los propios significados. Por otro lado, Viktor Frankl decía que el significado es algo que debemos encontrar, que no es algo que el hombre deba inventar, sino que tiene que descubrirlo.

Diferentes posiciones, quizás hasta compatibles, pero lo que es cierto es que el significado nace para aliviar la angustia. Y, por si fuera poco, por medio de los significados se originan los valores, los cuales a su vez alimentan los propios significados en una espiral de crecimiento.

Pero ¿Porque necesitamos los valores? Los valores son un conjunto de principios o guías que nos dan contenido a la cuestión de “cómo he de vivir”.  Quedó en el olvido y ajada la expresión “esquema de valores”. El esquema de valores actúa como un principio organizador en la toma de decisiones que vertebra nuestra vida, nos da sentido y nos proporciona la tan ansiedad serenidad.

Ante esa crisis de valores personales, sin saber lo que hacer ni desear entramos en flotación para o bien hacer lo que hacen los demás o bien para hacer lo que los otros desean.

Alguno pensará que sabe lo que desea al confundirlo con la inmediatez del principio de placer, pero es sólo una confusión razonable. Aquí el placer, lejos de la intoxicación y la compulsión, es el producto derivado de la búsqueda del significado personal lo que conduce al sosiego o serenidad que es lo más cercano a la felicidad que la persona encontrará.

En ausencia de significado y valores la persona queda desorientada, desnortada, se convierte en una sombra persiguiendo sombras. La cultura contemporánea se caracteriza por la angustia y el vacío. No es de extrañar el incremento exponencial de los trastornos psicológicos ante una crianza, un ambiente y un contexto desorganizador.  

La psicoterapia tiene como objetivo llevar al paciente a un punto donde pueda elegir libremente más allá de la compulsión y la inmediatez, donde pueda recuperar su instinto, reconocer su deseo mas genuino, hallar sus significados, elaborar sus valores y actuar haciendo congruente su mundo interno y su mundo externo, lo que en definitiva es encontrar la verdad, su verdad. Y como consecuencia de todo esto resolver la angustia por la serenidad.

Enfrentarse a uno mismo requiere hacer acopio de valentía y a pesar de los miedos o con los miedos dedicar atención, tiempo y esfuerzo auténtico a uno mismo. Sinceramente creo que es de las pocas cosas en la vida que merecen la pena auténticamente.

Dr. Ricardo Bravo de Medina

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica