El estrés negativo o la pérdida de la individualidad ante la ansiedad de ser uno mismo.
Se suele definir el estrés negativo como distrés en contraposición a un estrés positivo o eustrés beneficioso para la persona. Sin embargo, aquí hablaremos del concepto de estrés negativo como consecuencia de la pérdida de estímulos.
Esta ausencia de estímulos, la falta de tareas (“underload”) en condiciones positivas se ha demostrado altamente estresante para la persona. No sólo los humanos sino todos los animales superiores poseen estructuras cerebrales que precisan ser estimuladas de forma específica, de lo contrario, en ausencia de ese estímulo, se provocará una respuesta de estrés en su cerebro.
Este fenómeno fue denominado por Levine (1993) como “estrés por omisión” y “trauma negativo”
Diferentes estudios experimentales realizados han demostrado no solo que la deprivación sensorial es una experiencia altamente ansiógena, estresante y perturbadora para el ser humano, sino que además participantes que debían permanecer sentados en una habitación en silencio durante un tiempo ilimitado sin ningún estimulo preferían darse a si mismo pequeñas descargas eléctricas antes de mantenerse en ese silencio en ausencia estimular.
Cannon y Selye en su ley general del estrés decían que cuando la influencia del ambiente superaba o no alcanzaba las cotas en las que el organismo puede responder con máxima eficiencia, éste percibe la situación como peligrosa desencadenando una reacción de lucha-huida y/o una reacción de estrés.
En la construcción de la personalidad es necesario que la persona sintonice con diferentes experiencias y estímulos internos para su correcto desarrollo psicológico. La ausencia de esa conexión puede constituir potencialmente un evento traumático.
Tomando como punto de partida los conceptos descritos, podemos establecer una hipótesis que se basa en la idea de que la sobreestimulación actúa en la misma forma que la ausencia estimular y conduce a la experiencia de vacío y finalmente al trauma negativo. El contexto actual conduce y orienta a la construcción de la personalidad hacia afuera, hacia un yo exterior editable en las redes sociales, altamente estético, con todo el exhibicionismo narcisista que proporcionar y potencian diferentes aplicaciones. Todo esto deja en segundo plano la construcción de una personalidad genuina dando lugar a aspectos de reconocimiento del propio yo.
Søren Kierkegaard señaló que uno de los mas grandes peligros del ser humano era la pérdida de su individualidad. Esta individualidad es el resultado de la congruencia entre el mundo interior y el mundo exterior. La pérdida de la individualidad proviene de esa incongruencia que se desarrollará en lo que denominó «las pérdidas en lo finito y en lo infinito».
Según Kierkegaard «la pérdida en lo finito» viene como consecuencia de tratar de responder las expectativas de los demás viviendo nuestra vida en estos términos. Se produce una renuncia a uno mismo por los otros.
«Perderse en lo infinito» está relacionado con las potencialidades, con las diferentes decisiones que podemos tomar y con la dificultad para poder decidir. La angustia de tener que decidir y no saber qué hacer ante la gran cantidad de estímulos u opciones en un mundo cargado de posibilidades infinitas.
En este sentido queda relegado la esencia nuclear de un yo interior que difícilmente puede madurar y que corre el grave riesgo de quedar vaciado de significado lo que desencadenará altos niveles de angustia y ansiedad. Ante esa precaria formación del yo la persona se queda abandonada a sí misma sufriendo lo que denominaremos trauma negativo.
Dr. Ricardo Bravo de Medina
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
