En una sociedad moderna tan hiperconectada tecnológicamente como aislada emocionalmente, donde se observa como normal la anulación y depreciación de la persona en pro de los mercados financieros carentes de alma.

Y donde los problemas psicológicos toman como punto de partida preferente la incapacidad del individuo de establecer un buen vínculo afectivo consigo mismo, emerge una respuesta.

Una respuesta desde el confinamiento que demuestra la idea de que el ser humano tiene la capacidad de actividad espontánea. Y se pone de relieve la paradoja de la comunicación, donde desde el encierro se da un valor a la conexión con los otros y a la necesidad de relacionarse con el mundo exterior.

La respuesta es el agradecimiento.

Sentir gratitud y dar las gracias es un gesto de madurez individual y social que cultivamos diariamente desde cualquier parte de este escenario de pandemia social y que demuestra que más allá de la compulsión, el principio de placer y el narcisismo tan acusados, somos algo más como sociedad.

Esta gratitud nos hace más resistentes e implica cualidades tales como el reconocimiento, la empatía, la sensibilidad o la humildad. En esta conducta de aplaudir cada día, veo cómo nace lo bueno de las personas y como se fortalecen los lazos entre las personas y mejora nuestra salud psíquica como sociedad.

 

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica