Cuando consigo lo que me propongo me siento vacío

Muchas personas se preguntan porqué se sienten vacías cuando, después de hacer un gran esfuerzo para conseguir algo o de proponerse una meta exigente o de luchar por alcanzar algún objetivo o sueño acaban sintiéndose vacías y tristes.

La expectativa que habían puesto sobre el sentimiento que iban a encontrar no aparece, no está la felicidad y el bienestar que supuestamente les iba a llegar con el cumplimiento de ese logro. Todo lo contrario, terminan sintiéndose mal, planos emocionalmente, como si nada importase. La sensación e abrir un cofre en el que dentro no hay nada.

¿Pero por qué sucede esto? Si bien pueden existir diferentes explicaciones me gustaría prestar atención a la idea de que a lo mejor aquello que supuestamente nos tiene que proporcionar la “felicidad” no está ahí. Construimos una expectativa de forma condicional en el sentido de “si consigo tal logro o meta, entonces me sentiré de tal o cual forma deseada”, generalmente colmado de satisfacción y bienestar.

Esta creencia tácita posee su propia agenda oculta que puede tener que ver, por ejemplo, con un trauma relacional temprano, con tratar de cumplir las expectativas interiorizadas de terceros, con la idea de no tener derecho a disfrutar o por la sensación de culpa.

En este sentido se relaciona con la necesidad de reparación de una confianza perdida o no construida, con un autoconcepto deteriorado, con la carencia de una autonomía o con una autoestima dañada. De tal forma que la creencia implícita condicional iría en la línea de “si consigo vender mas de cinco seguros me sentiré capaz y resolutiva”. Sin embargo, lo que ocurre es que al venderlos sobreviene la emoción de frustración de una expectativa que no se produce ya que no me siento mejor por ello sino simplemente triste.

Se trata de entender que estoy buscando fuera de mí algo que repare aspectos que pueden estar dañado dentro de mí. Por ejemplo, en el caso de una autoestima dañada, es cierto que una parte de la autoestima se obtiene mediante el reconocimiento y valoración de los demás, pero no en exclusividad. La autoestima también es un producto interno que viene como consecuencia del autoconocimiento. Por lo tanto, pudiera ser que estuviéramos persiguiendo objetivos guionizados en algunos casos, fantaseados en otros o casi hasta mágicos.

Cuando hablo de objetivos guionizados me refiero a que cuando analizamos esa agenda oculta nos podemos encontrar, por ejemplo, con hijos intentando cumplir los sueños de los padres (aquello que los padres no pudieron lograr), cumpliendo las expectativas y exigencias externas que han quedado insertas en ellos y por eso no pueden recoger el bienestar esperado sino una intensa depresión y sensación de fracaso. Esto puede venir acompañado con una fea sensación de extrañamiento y alienación que angustia mucho a la persona que lo sufre.

El cofre está vacío poque no está ahí lo que estamos buscando. Lo que buscamos tiene que ver con algo más profundo y que nos pertenece a cada uno. Aquello que nos da equilibrio y nos hace entrar en calma y serenidad es el producto de un trabajo y esfuerzo personal que viene a atender nuestro mundo interno.

En este caso y siempre con ayuda, necesitarás aprender a conectar tus deseos y necesidades más genuinos, tendrás que identificar esas trampas mentales aprendiendo de ti y de tu propia historia personal done será importante redefinir y resignificar tu vida, y aceptar el reto de tu propio crecimiento interno.  

Dr. Ricardo Bravo de Medina

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica