Está oscuro. ¿De donde surge el conflicto interior?
En un primer lugar inhabitable donde luchamos contra las fuerzas instintivas reprimidas de nuestro yo. El conflicto surge también de la oscuridad o la desesperación que sobreviene cuando las personas se sienten incapaces, tienen miedo o fracasan a la hora de desarrollar y mantener relaciones interpersonales gratificantes. La luz está en un marco de referencia interpersonal o lo que es lo mismo, la luz está en los apegos con otros iguales en quien confiar y a quien amar.
Igualmente surge el conflicto interior de las figuras adultas significativas que vivimos cuando éramos niños. Estas figuras se quedaron a vivir en nuestra mente y nos dialogan, nos hablan para confundir su voz con nuestras voces y pensamientos propios. Una voz con un guion que confusamente nos habita, una piel tras otra piel para ser mudada, una metamorfosis tan placentaria como mental.
También surge el dolor de los fragmentos de recuerdos traumáticos que quedaron como heridas en nuestra dermis psíquica citarizados o mal cerrados según sea el caso. Y como no, con nuestra situación existencial o preocupaciones últimas relacionados con los hechos de la existencia. ¿Y cuáles son esas preocupaciones últimas?
Son cuatro las cuestiones últimas que nos conciernen como seres humanos: la muerte, el aislamiento, el sentido de la vida y la libertad.
No voy a abordar aquí tales cuestiones solo resolvamos el tiempo perdido de lo innecesario, no buscando en los aparcaderos mentales de lo inmediato sino en el cariño de las relaciones. Identificando y quitando los obstáculos podemos permitir un desarrollo natural de quienes somos y con ello superar el miedo, la tristeza y la desesperación interior. Tomemos en cuenta las relaciones, superemos los miedos a lo que los demás piensen, a su valoración, a la intimidad y por lo tanto a ser invadidos, explotados, colonizados o abandonados. Aprendamos a desoír las voces de otros en nuestra propia voz, seamos compasivos con nosotros mismos, citaricemos en el apego quienes fuimos y favorezcamos quienes podemos ser.
“No es la teoría lo que debe de guiar la terapia, sino la relación.” Irvin D. Yalom
Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica