Apresúrate lentamente
Suetonio (75-150 d.C.)
Vivimos una vida acelerada en un mundo caracterizado por la incertidumbre y la falta de estabilidad social, familiar o laboral. Los trastornos de ansiedad se han incrementado de forma vertiginosa durante el último siglo y el ser humando moderno de este siglo XXI ha quedado bloqueado y superado frente a un mundo que no controla. Se despierta con estrés cada día, con una sensación de absurdidad en su mirada al mundo y se acuesta vaciado, angustiado y desbordado por la sobreexigencia y las demandas externas y las propia. Tiene que hacer mucho y lo tiene que hacer bien.
Al mismo tiempo, es una persona incomprendida en su enfermedad. Aun hoy tiene que escuchar frases del tipo “todos tenemos ansiedad, todos tenemos estrés, lo tuyo son manías”, “yo no creo en la ansiedad, es cuestión de voluntad”, “tú no tienes nada”. Todo esto dicho además por familiares o amigos. Se confunda la experiencia de tener ansiedad, con padecer un trastorno de ansiedad.
Existe otro grupo importante de personas que aun sufriendo trastornos de ansiedad no acuden a profesionales de salud por no poder parar para pensar cómo se encuentran en la vida y hacia dónde van o por una devaluación de sus propios síntomas de ansiedad creyendo que son “normales” ya que lleva mucho tiempo de ese modo.
La ansiedad es un síntoma que aparece ante una respuesta emocional basada en el miedo y si bien tener ansiedad es algo absolutamente normal y saludable ya que cumple una función protectora y adaptativa, los trastornos de ansiedad son enfermedades psicológicas que la persona tiene la desgracia de padecer. Sufrir un cuadro de este tipo modifica la vivencia de si mismo y del mundo, secuestrando la libertad de decidir libremente y convirtiendo su cotidianeidad en un auténtico infierno al quedar atrapado en los síntomas de pensamiento, fisiológicos y de comportamiento.
Debemos aclarar que una cosa es el trastorno de ansiedad y otra es la persona que padece este trastorno. No son la misma cosa. La persona no es el trastorno, sino que lo padece. Nosotros vamos a trabajar con la persona que sufre este trastorno y al propio trastorno de forma diferenciada pero complementariamente.
Si a usted le pasa alguna de estas cuestiones de forma habitual debiera pensar que pudiera tener un trastorno de ansiedad que le esté afectando en el cómo piensa, en lo que hace y en cómo reacciona su cuerpo:
- Le cuesta mucho o no consigue relajarse
- Si tiene miedo de lo que otros pueden pensar sobre usted.
- Si le aparece miedo ante un objeto o situación específica.
- Está constantemente pensando en qué es lo que tiene que hacer a continuación.
- Sin terminar de hacer una cosa está pasando a hacer otra y termina haciendo muchas cosas a la vez sin terminar ninguna.
- Nunca encuentra tiempo para si mismo, tratando de responder a todo lo que le piden o cree que le van a pedir.
- Si habitualmente tiene problemas para dormir o se siente muy cansado, fatigado, sin energía o irritado.
- Se preocupa constantemente y de forma excesiva anticipando las cosas pendientes de la semana o venideras
- Si quiere hacer tan bien las cosas que esto le enlentece mucho
- Si tiene dificultades para concentrarse o mantener la atención sobre algo y además termina teniendo despistes o pérdidas de memoria importantes.
- Si tiene pesadillas o sueños angustiosos de forma constante o vienen a su cabeza de forma invasiva recuerdos sobre situaciones de conflicto vividas
Es importante buscar tratamiento para estos trastornos, sino se tratan, pueden tener consecuencias graves y difícilmente reparables en la propia persona y en sus diferentes ámbitos de vida, como son el laboral-académico, afectivo, familiar o social. Al mismo tiempo va a aumentar la probabilidad de aparición de otros trastornos como la depresión o el consumo de alcohol y sustancias entre otros.
El tratamiento de los trastornos de ansiedad consiste por un lado aprender a gestionar la ansiedad con diferentes técnicas validadas científicamente y por otro ayudar a la persona a desarrollar estrategias cognitivas, emocionales y comportamentales que le permitan resolver los problemas emocionales. Se debe, por tanto, entender mejor la ansiedad, abordar sus causas, reducir los síntomas que provoca para reducir el sufrimiento de la persona y desde ahí abordar la propia historia de la persona para favorecer su desarrollo y fortalecimiento psicológico.


