En la relación con uno mismo rezan autodiálogos parásitos en nuestra mente que comienzan con frases del tipo, ¿y si hubiera hecho?, ¿porqué no hice?, ¿cómo hubiera sido si…? Pero todas esas cuestiones persecutorias que nos lanza en automático nuestra mente como narrativas que juegan a hacer un ruido molesto dentro de nuestra cabeza, como si fueran los hijos pequeños del vecino de arriba pelando entre sí, son producto de una ansiedad excesiva que la persona puede estar viviendo y de una necesidad de ordenar un mundo interno sufriente.

Por otro lado todos estos mensajes en realidad no son tan importantes, ya que aparecen como un subproducto de la ansiedad o malestar emocional, como la interpretación y juicio negativo que hace la persona que los padece de ello.

No haber hecho, decidido o pensado tal o cual cosa puede llevar a un juicio negativo feroz sobre uno mismo alimentando una imagen devaluada de uno mismo, incrementando los niveles de ansiedad y miedo, al tiempo que se le pone plomo al desarrollo de la autoestima. Hay quienes llegan a sentir autentico odio hacia si mismos incapaces de perdonarse.

Sobre todo, a ellos debo decir que “perder trenes” en la vida no es un asunto privado sino al contrario es una experiencia emocional inherente al ser humano. No conozco ninguna persona que haya pasado por este desafío en algún momento de su historia personal. Más aun, puesto que hablamos de una experiencia universal vamos a señalar algunos aspectos sobre la importancia de integrar la experiencia de “perder trenes”

 

  • El desarrollo personal existe, pero no es lineal, ni inevitable, al contrario, implica la integración de la experiencia de los “trenes perdidos” en la vida, entendidos como duelos ineludibles.
  • La vivencia de los “trenes perdidos” es imprescindible para la superación y abandono de creencias erróneas y disfuncionales basadas en la autoexigencia y en un “Yo ideal” que viene a torturarnos sin piedad.
  • Las emociones que experimentamos con esta experiencia una vez integrada nos aportan una mayor toma de conciencia sobre la importancia de las máximas ilustradas: 1. Pensar por uno mismo; 2. Pensar en lugar del otro. 3.Pensar siempre de acuerdo consigo mismo. Es decir, el valor de pensar por uno mismo aportándole nuestro propio valor.
  • No existe una “Vía Regia” o única forma de estar bien en el mundo o ser feliz y menos aún basadas en unas decisiones no tomadas. Al contrario, no podemos aprender a pensar o a sentir prescindiendo de la experiencia cómo formula que nos acerca al conocimiento de nosotros mismos en nuestras diferentes dimensiones y versiones como seres poliédricos.

 

En conclusión, la integración de estas experiencias de “perder trenes” nos van a poner en el camino constructivo de buscar una posición de aceptación, confianza y aprobación de nosotros mismos perdida. Tal como somos, mas allá de idealizaciones varias.  Al mismo tiempo podremos reparar nuestra autoimagen dañada y desarrollar una autoestima fuerte.

 

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica