“El pensamiento es una hipótesis de la realidad, pero no es la realidad”
El pensamiento es algo que nos encontramos, algo que nos sucede o algo que contraemos como especie. No podemos dejar de pensar, por lo tanto, es involuntario, automático y en su gran mayoría reiterativo con respecto a temas ya vividos en el pasado o a anticipaciones futuras.
No pensamos, sino que somos pensados al no caer en la cuenta de que nos identificamos con nuestra propia mente. Damos por hechos irrefutables de la realidad los contenidos de los pensamientos, de nuestra voz interna, sin más cuestionamiento.
Un elevado grado de identificación con la mente o el pensamiento está en la base de muchos trastornos emocionales y sufrimientos de las personas que acuden a la consulta aquejados por ejemplo de pensamientos obsesivos, intrusiones depresivas y ansiosas con consecuencias de sentimientos de culpa, rabia, impotencia, insatisfacción o tristeza.
El resultado de la identificación total con el pensamiento, es decir, de creer lo que mi mente piensa como verdad absoluta, es la construcción de una falsa identidad o falso self. Un yo inauténtico y falsario. Sobre esa falsa identidad la persona empieza a construir una vida, un mundo de relaciones sociales y afectivas que le alejarán progresivamente de si mismo, porque le distanciarán de su propia esencia y le dejarán atrapado en un estado del Yo ajeno no concerniente a su verdadero Yo interno.
La voz que habita en tu mente no eres tú, las palabras que surgen en tu mente no eres tú, ese flujo infinito de ideas, ordenes, mandatos, quejas, criticas, cuestionamientos, culpabilizaciones, autocomplacencias, control, etc. no eres tú. Por lo tanto, no eres tu mente, tus pensamientos, sino que simplemente la posees, aunque sea ella la que a priori te posee a ti mediante programas y patrones inconscientes preestablecidos por medio de la experiencia vital de la crianza y los vínculos de relaciones significativas vividas.
El pensamiento es una parte de lo que somos, pero no somos nosotros. Defusionar el pensamiento, es decir, deshacer la fusión con el pensamiento, aprender a debilitar el control de la mente es de suma importancia para asuntos claves como reducir el sufrimiento y dar lugar a la calma, la serenidad, el bienestar, el amor, la creatividad o el sentido.
