Existen una serie de pueblos africanos denominados bosquimanos. El bosquimano en el desierto de Kalahari habla de dos “hambres”. Está el Gran Hambre y el Pequeño Hambre.

The Little Hunger, el Pequeño Hambre quiere satisfacer el ego, llenarse el estomago, tener una buena cuenta bancaria, una gran medida de inteligencia,  llenarse también de elogios y aprobaciones, de coches ultima gama, de móviles ultima generación o de casoplones con piscina. En continua comparación y competición nada nunca será suficiente y quedará a merced de la insatisfacción.

Para el Gran Hambre o Great Hunger, la mayor hambre de todas es el hambre de significado. Este es el autentico ego, el autentico yo. Es vivir una vida plena con un significado y propósito personal que le proporcionara la alegría y paz interior.

Según esto es la vida sin sentido la que conduce al hombre a una profunda amargura, sentimiento de vacío e insatisfacción.

Algunos buscan el sentido en algo que llaman felicidad pero que está disfrazada en el placer. La felicidad no es placer. La felicidad está en la serenidad, tranquilidad o calma. El placer efímero y compulsivo del instante no colma sino vacía. No es que el placer y su obtención no sea de importancia en la vida, lo que ocurre es que ni conduce, ni puede ser equiparada con la felicidad, aunque pudiera ser un aspecto de ella.

La obtención de significado lo cambia todo. Una vez otorgas un significado, un sentido a tu vida, el resto deja de importar. Si lo que haces tiene significado para ti, todo lo demás se vuelve irrelevante.

Para aquellos grandes hambrientos que buscan el sentido.

 

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica