Apoyo psicológico y cáncer
Vivir la experiencia de sufrir un cáncer o de haberlo padecido enfrenta a la persona a una experiencia singular y altamente traumática. Desde las sospechas de que algo va mal, pasando por las diferentes exploraciones y pruebas diagnósticas hasta el temido diagnóstico final y el afrontamiento de lo que vendrá puede suponer un auténtico calvario para la persona, que se tendrá que enfrentar a un mundo de angustias y miedos con los recursos psicológicos que posea en ese momento.
La enfermedad de cáncer y la mente es un todo que no podemos separar. De hecho, existen factores psicológicos que pueden actuar como potenciadores del cáncer afectando su curso. No tener apoyos para aprender a gestionar el estrés, la ansiedad, los pensamientos obsesivos, el miedo a la muerte o al dolor, entre otras variables, afectará sin duda en cómo se afrontará un proceso cancerígeno, en su evolución y pronóstico.
Asimismo, existen otros factores psicológicos que pueden aumentar la probabilidad de padecer cáncer, por ejemplo, la supresión emocional, sobre todo en las situaciones estresantes. Igualmente, la variable depresión la podemos encontrar como antecedente o como consecuencia de la enfermedad, pero en cualquier caso será uno de los aspectos importantes a trabajar en la consulta.
Además, psicológicamente, debemos hacer especial mención a las emociones de desamparo y desesperanza y cómo éstas se relacionan con el surgimiento de enfermedades como los melanomas o el cáncer de mama, así como sus recaídas dentro de la propia enfermedad.
También enfrentarse a la pérdida de personas significativas, sobre todo en le edad temprana, puede causar un desequilibrio orgánico interno que predispone a la persona a la alteración psicosomática en el caso de no estar correctamente elaboradas estas pérdidas, que no tienen porqué ser fallecimientos.
Igualmente, la dificultad que tienen un grupo de personas para poder expresar, exteriorizar, verbalizar sus emociones, mal denominadas, negativas, emociones como la ira, la cólera, la rabia o la hostilidad supondrá una aproximación al padecimiento de este tipo de enfermedades. Guardarse el enfado y la ira supone una mala gestión de estas emociones que pone en riesgo la salud de la persona. De esta contención puede surgir la descontención, es decir, la persona puede terminar “explotando” añadiendo un sentimiento de culpa y malestar por haber perdido el control.
En conclusión, el apoyo y la intervención psicológica tanto de forma preventiva como de tratamiento va a aportar a las personas con cáncer recursos, mecanismos y herramientas que facilitarán una mejor gestión de los factores psicológicos implicados en la enfermedad del cáncer favoreciendo así su recuperación emocional y física.
Dr. Ricardo Bravo de Medina
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
