Hará ya más de 15 años tuve en tratamiento a una mujer de unos 65 años con un trastorno depresivo asociado una vida matrimonial plagada de decepciones y frustraciones en la que había quedado atrapada. Después de mucho sufrimiento pudo salir de esa relación resolviendo a su vez su malestar emocional y dándose la oportunidad de una vida en la que posteriormente pudo encontrar su estabilidad.
Hace poco me la encontré y me contó como había sufrido recientemente una alergia muy agresiva que llegaba a deformar su cara. Fue pasando de médico en médico y a cada cual le parecía una cosa diferente proponiéndola diferentes tratamientos sin éxito. Finalmente, y tras mucho tiempo de pruebas de alergias y tratamientos diversos a uno de los médicos se le ocurrió preguntarla en que había trabajado.
Durante toda su vida había trabajado en una peluquería. Al parecer la exposición prolongada a los tintes y otras sustancias con toxicidad supuestamente tolerados, se habían ido depositando poco a poco dentro de su organismo durante todos los años de la vida laboral. Llegado el momento su organismo abdicó perdiendo toda tolerancia a las sustancias químicas y produciendo una sensibilidad química. Esta enfermedad de carácter crónico no le permite ponerse ningún tipo de crema, ni pintalabios, tintes, etc. ya que le produciría problemas tales como inflamaciones dermatológicas severas, cefaleas, vértigos, dolores musculares, problemas gastrointestinales, así como afectaciones cognitivas en la atención y la memoria, o alimentar la artritis que ya padece.
Todo esto me hizo pensar en el gran paralelismo que existe con lo que voy a denominar las abdicaciones psicológicas. Puedo considerar la existencia de dos tipos.
Las abdicaciones psicológicas por retraumatización simple y las abdicaciones psicológicas por conflictos no elaborados.
En el primer caso, podemos incluir a aquellas personas que no padecen ni grandes traumas, ni grandes problemas pero que son evitadoras de los pequeños conflictos cotidianos, con dificultad para expresar sus propios sentimientos o pensamientos y que están sobreadaptadas al medio sin pararse mucho a pensar sobre su mundo de deseos y necesidades personales.
En el segundo caso se encontrarían aquellas personas que han vivido conflictos o padecimientos significativos pero que se abandonan en su comprensión o en la valoración de la medida del impacto o repercusión que tiene en sus vidas.
En ambos casos, en un momento indeterminado de su vida, se produce una abdicación psicológica donde la persona afectada pierde la tolerancia a las pequeñas adversidades cotidianas, a los conflictos cotidianos internos o externos, los cuales son vividas como la exposición a agentes tóxicos reaccionando con una emocionalidad muy intensa, con pensamientos alterados y conductas desproporcionadas.
Lo vivido queda depositado dentro de nuestra mente de forma larvada pudiendo activarse, en la existencia de toxicidad, en algún momento de nuestras vidas causando un daño evidente en nuestra salud psicológica.
Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica