El Síndrome de Acoso Psicológico en el trabajo requiere, a diferencia de otras situaciones de estrés, se producen de manera voluntaria y deliberada buscando la eliminación psicológica de la persona acosada.

Para que una situación de acoso psicológico en el trabajo tenga éxito se requiere la concurrencia de tres factores o dinámicas relacionadas entre sí que corresponden a las propias características de la organización, al acosado y al acosador.

Es necesario una organización que permita, promueva o no interfiera en las estrategias de acoso. Por eso mismo organizaciones desnortadas, sin identidad propia, sin limites claros en funciones y competencias, caóticas o psicóticas operativamente hablando, con lideratos de tipo paternalistas, dictatoriales o ausentes dan lugar y oportunidad a la ocupación del poder interno por parte de perfiles de personalidad que poseen una ventaja evolutiva en entornos desestructurados y faltos de esos limites y definiciones.

Los rasgos que definen a la persona vulnerable al acoso y que serán objeto de tratamiento en psicoterapia entre otros son:

  • La necesidad de aprobación y reconocimiento buscando en el entorno laboral elementos de una autoestima frágil quizás fraguada en una historia personal de dinámicas afectivas defectuales o carenciales. Estas personas pueden presentar depresiones larvadas que subsisten de forma latente al mismo tiempo que posiciones dependenciales en cuanto a una búsqueda activa de aprecio en los demás por medio de su capacidad y competencia profesional.
  • La candidez psicológica en cuanto que presentan dificultades en la identificación o percepción de señales de envidia, codicia, maldad o segundas intenciones hasta que es demasiado tarde. Con incapacidad de dañar o perjudicar y por lo tanto no cabe en su marco mental esta experiencia malévola en los otros hacia su persona. Usualmente estas son personas brillantes, altamente inteligentes y sofisticadas por lo que la inocencia se interpreta como un mecanismo de negación inconsciente.
  • La búsqueda de la excelencia y autenticidad. El compromiso con sus propias dinámicas para mejorar, por el crecimiento y desarrollo profesional, por el amor a la autorrealización por medio del trabajo en ocasiones por encima de si mismo o de la propia salud.

 

El acosador presenta una personalidad en la que combina rasgos narcisistas y paranoides lo que denominaremos, utilizando la terminología de Scott Peck, personalidad maligna y de Rivera como “trastorno por mediocridad inoperante activa”.

Los rasgos que definen mejor y que son específicos de este tipo de personalidad maligna son:

  • La mediocridad. La mediocridad como patología del carácter definido por Rivera (1997) como “la ausencia de interés, aprecio o aspiración hacia lo excelente”. El tipo mas grave de mediocridad va más allá de la simple inoperancia o incapacidad del mediocre vulgar buscando la destrucción de la víctima por todos los medios a su alcance.
  • La envidia codiciosa. La envidia simple consiste en el reconocimiento de algo bueno en el otro que yo no tengo y me gustaría poseer. La envidia codiciosa supone el reconocimiento de algo bueno en el interior del otro que yo no tengo por lo que sufro y que deseo poseer ansiosamente al tiempo que deseo la destrucción del otro.
  • La necesidad de control. Existe en el acosador una relación de objeto con las personas y no de sujeto en cuanto a la existencia del reconocimiento empático del mundo interno de deseos y necesidades del otro. Como consecuencia en ausencia de relaciones de sujeto por las relaciones de objeto el trato en las relaciones humanas se vuelve deshumanizado. La persona queda reducida a un “recurso” o “pieza” mas de la empresa u organización a controlar, simplificando así las relaciones humanas pudiendo llegar a ser despiadadas con el trabajador.

Estos perfiles de personas acosables provocan de forma inconsciente e involuntaria una gran disonancia en la personalidad maligna que se enfrentan a un insoportable espejo que les reprueba y cuestiona una autoimagen y autoevaluación inflada de sí mismos. Solo las personas con este perfil de personalidad maligna se sienten autorizadas a usar su poder contra la persona acosada por la que se sienten amenazadas internamente. Esto puede llegar a tal punto que la propia figura de acosador llega a denunciar al acosado.

 

 

“Las personalidades malvadas utilizan el poder para aniquilar el crecimiento humano y espiritual de los demás, con el propósito de preservar y defender la integridad de sus propias personalidades enfermizas. Se trata de un verdadero fenómeno de chivo expiatorio” Scott Peck.

 

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica