“Para los que han visto las orejas al lobo y han comprendido”

 

Durante la segunda guerra mundial un joven soldado estadounidense trabajaba duro como cirujano. En plena contienda recibía sin cesar hombres gravemente heridos del frente. Se llamaba Henry Beecher y era médico anestesista. Los recursos médicos eran escasos, apenas tenía morfina para operar. En pleno fragor de heridos y cirugías se encontró sin morfina y con un herido grave por operar. Era cuestión de vida o muerte. Entonces respiró profundo, se tranquilizó, miró al paciente y le habló de forma sereno para infundirle esperanza. Acto seguido pidió a su enfermera que le preparase una solución salina para inyectarla como si se tratara de morfina. La sorpresa de Henry fue mayúscula cuando vio como el paciente se tranquilizaba a pesar de sus graves heridas y lo que parecía mas increíble, pudo operarle y coser las heridas sin apenas dolor para el paciente. Al terminar la guerra Beecher impactado por este suceso se dedicó a estudiarlo siendo uno de los primeros en investigar lo que se ha denominado el efecto placebo.

Y mas allá del efecto placebo, Los factores cognitivos y emocionales, como pueden ser las expectativas, el miedo o el estrés intervienen en las respuestas de nuestro cuerpo. Así mismo la esperanza, como un estado emocional provocado por una expectativa positiva, actúa disminuyendo el sufrimiento, el dolor, o la tristeza por poner unos ejemplos.  Además de esto se ha demostrado que facilita y mejora las recuperaciones de diferentes enfermedades.

Quiero detenerme u momento sobre la expectativa como factor cognitivo. Pensemos un momento que la expectativa es la base de la frustración. Depende lo que yo espere me frustraré mas o menos. Una expectativa irreal de la vida, de las relaciones o de mi mismo me llevará de forma casi irremediable a una sensación de malestar y tristeza profunda. Por otro lado, la expectativa de la recuperación incrementará de forma notable las posibilidades y el porcentaje de recuperación y vida del paciente.

La esperanza es un estado emocional que se construye y por lo tanto nos debemos el compromiso y la responsabilidad de ese trabajo personal.

La esperanza no es monopolio de ninguna religión, sino patrimonio del ser humano. Pertenece a la parte mas espiritual de la persona y para aquellos que pasan malos momentos, para aquellos que sufren o que luchan contra las enfermedades la esperanza es un anclaje emocional que no debemos subestimar.

   

Por ultimo os dejo este enlace.

“Lagrimas de mármol”. J Sabina

 

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica