La enfermedad se relaciona con el malestar interno del ser humano y ese malestar surge a la vez del desencuentro entre la naturaleza y la cultura.

La cultura, producto del trauma de la aparición del lenguaje dando lugar a lo simbólico, supone la dominación de los instintos y la impotencia frente a lo real. Asimismo la cultura comporta aspectos ideológicos tanto conceptuales como del propio ser que son propuestos al ser humano trayendo consigo contradicción, frustración, decepción y confusión al no llegar a realizarse debido a su propia imposibilidad real.

Si bien la naturaleza refleja lo pulsional, el principio de placer, los instintos, la fantasía, el deseo natural, la cultura refleja la pulsión de muerte, la pulsión destructiva en un desmedido sentimiento de culpa sostenido en la trastienda del ideario de la omnipotencia, un narcisismo desmedido aupado en una frágil autoestima, o la voluntad de poder al más puro estilo Frommniano.

 

¿Dónde está el origen del malestar?

En el ser humano existen tres fuentes de infelicidad: la naturaleza hostil, la propia constitución del cuerpo mortal con sus enfermedades y por último, la insatisfacción de la relación con los otros y con las instituciones culturales. En este sentido la sociedad actual hace una propuesta de ideales confusionales para el sujeto basados en el gozo y bienestar pleno. Y como consecuencia de todo esto tiene lugar la anulación del sujeto.