¿Cómo marcan los abusos sexuales la vida y la personalidad de un niño?
El abuso sexual supone un acontecimiento profundamente traumático en la historia y biografía de la víctima que puede tener consecuencias psicológicas devastadoras, con efecto tanto a corto como a largo plazo.
Los efectos a corto plazo se sitúan a lo largo de los dos años que siguen a los abusos. Los trastornos ansioso-depresivos y de socialización son los más comunes en este caso.
Las repercusiones de este impacto emocional además puede verse agravado o aliviado al depender de una serie de factores como puede ser la reacción de apoyo o de victimización por parte de la familia ante el descubrimiento de los hechos.
A largo plazo, si bien existen personas que pueden encajar este impacto sin desarrollar trastornos psicológicos posteriores, constituye un claro factor de riesgo en la aparición de trastornos psicológicos en el adulto. Todo el desarrollo psicológico normal del niño se puede ver dañado. Invadido por el miedo, la ansiedad, depresión y/o culpa cambia la percepción de si mismo produciéndose un deterioro en su autoestima, su autoconcepto, el desarrollo de su autonomía y confianza básica. Cambia también la percepción de los demás convirtiéndose en negativa, con desconfianza y con miedo al futuro que puede quedar vaciado de ilusiones y esperanzas.
La persona abusada puede desarrollar una sintomatología en la que aparecen pesadillas, terrores nocturnos, pensamientos intrusivos cargados emocionalmente con imágenes, emociones y pensamientos sobre el suceso traumático.
Al mismo tiempo es común que trate de evitar todo aquello que se relaciones de alguna manera con el suceso, no solo en cuanto a lugares, personas o actividades sino también mentalmente con la aparición de amnesias, evitación de pensamientos o emociones determinadas. La afectividad se puede quedar congelada con la sensación de no poder disfrutar y de no poder amar. Todo esto va generando una gran desesperanza y la persona puede aislarse cada vez más con el tiempo.
La personalidad queda herida, el humor cambia pudiéndose mostrar más irritable más hipersensible a cualquier estimulo externo con problemas para dormir y problemas con la alimentación. Así mismo las funciones cognitivas pueden verse afectadas, es decir una clara disminución en su capacidad de concentrarse, memorizar o mantener una atención continuada por poner algunos ejemplos.
En definitiva la sintomatología, sino se elabora adecuadamente, puede avanzar hacia un trastorno por estrés postraumático y/o un trastorno de la personalidad.
¿Es el aislamiento una reacción habitual?
El aislamiento es una reacción conductual muy común, es un mecanismo defensivo que tiene nuestro psiquismo para defenderse del sobreexceso de angustia y es una forma de intentar sobrevivir ante un medio hostil y muy confuso donde ya no se puede confiar en las personas que en teoría están ahí para protegerle y ayudarle.
Más aun La vulnerabilidad y la desconfianza es mayor cuanto más cercano y más estrecha es la relación con el agresor y por lo tanto el daño es mayor. En resumen, aprende a no confiar para sobrevivir.
En cuanto a sentirse un objeto. Es obvio, ya que se le está cosificando al niño como un objeto de satisfacción sexual para el agresor que lejos de ser sensible a su inocencia de aprovecha de ella.
¿Cómo afectaría un acoso escolar en estos casos?
Puede actuar como un retraumatizador, potenciando toda la sintomatología relatada. La perdida de la autoestima, la búsqueda del aislamiento, los sentimientos hacia sí mismo de culpa, asco o vergüenza, o de ansiedad, angustia y depresión se agravan aun mas ante un nuevo maltrato y en ausencia de un grupo de iguales donde se pueda apoyar de alguna forma.
Todo esto aumentará la probabilidad de desarrollar un trastorno psicológico de adulto como la depresión que s el trastorno mas asociado en estos casos. Asimismo no debemos de olvidar que el suicidio está asociado a este tipo de casos.
¿Suele ocurrir que vayan unidos los abusos sexuales con el acoso escolar?
Podríamos establecer una hipótesis en este sentido y es que la persona aparentemente más débil es captada por el grupo y el entorno. De alguna manera el grupo, lo mismo que los adultos pueden percibir niños que llamamos mas “bueno/as” o mas “inocentes” y por lo tanto más susceptibles de ser agredidas. Estos serán dianas para los agresores.
¿Cómo se ayuda al niño?
La intervención hay que entenderla tanto desde el campo médico como psicológico. Lo prioritario es garantizar la seguridad presente y futura del menor y parar toda situación de abuso con medidas legales si lo requieren. Habrá que actuar por tanto con el niño/a como con su entorno.
Con respecto a la víctima se debe primero evaluar el abuso sexual, el contexto y la respuesta familiar, al mismo tiempo hay que evaluar al niño/a o adulto en cuanto al impacto producido y las secuelas específicas del abuso sexual.
Si bien cabe decir que no todo los menores precisan tratamiento y en este sentido hay que ser cuidadoso para evitar una victimización secundaria, muchas de las victimas requerirán tratamiento psicológico para superar las consecuencias del trauma.
El tratamiento tiene dos grandes partes una educativa, donde se enseña al menor qué es un abuso, quienes pueden abusar y a identificar las señales de peligro de abuso. La segunda parte es propiamente la intervención psicoterapéutica donde se facilita la verbalización para romper el secreto (revelación) y poder hablar de ello, favoreciendo la desculpabilización y todas las ideas que la subyacen siendo esta una tarea principal entre otras muchas que vendrán después.
Se llega a medicar al niño, ¿Qué buscan los medicamentos que se le recetan: ¿ayudar a dormir, estar más tranquilo…?
En ocasiones los sentimientos de ansiedad son tan agudos que el médico toma la decisión de administrar puntualmente un medicamento para rebajar una ansiedad grave y al mismo tiempo paliar su sufrimiento. No se trata de dormirle, ni atontarle, sino de aliviarle, para dar paso a la posibilidad de hablar con él y ayudarle a expresar su malestar.
¿Cuesta que el niño hable de lo que le ha ocurrido? ¿Incluso con sus padres?
Puede ocurrir que el niño haga una negación total o una minimización de lo sucedido como una forma o mecanismo inadecuado de superación del trauma ya que este no se puede procesar, no se puede metabolizar psicológicamente por el niño.
También en el caso de los padres. Tenemos que pensar que el niño ha quedado atrapado en el silencio, en el secreto y durante este tiempo se ha ido cocinando dentro de su mente un profundo miedo a la reacción de la familia, del entorno con un profundo sentimiento de culpa.
¿Puede el niño llegar a enterrar, a pasar página, al cabo de los años?
Enterrar o pasar página en el mundo de la mente no existe sin embargo puede afrontarse y superarse con la psicoterapia adecuada. Se trata de reordenar en su mente lo ocurrido y colocarlo en un lugar donde no le haga daño, con nuevas claves que le permitan entender lo sucedido sin perseguirse con la culpa, fortaleciendo su autoestima, su mundo emocional, y su personalidad en general.
Cuando el niño crece y llega a una edad de mantener relaciones sexuales, ¿le resulta complicado?
Es cierto que pueden aparecen conflictos o dificultades en la esfera de lo sexual.
Se describen, entre otras, conductas de promiscuidad lo que podíamos relacionar con el miedo a la intimidad que queda como herida psicológica.
Algunas de las secuelas tienen que ver con el aumento de la ansiedad ante las relaciones sexuales, y por lo tanto presentar dificultades para la satisfacción sexual. Todo esto se ha de reaprender.
¿Cómo influye un proceso judicial en la víctima?
Denunciar a la agresión es una forma de enfrentarse a los miedos y al mismo tiempo al problema. El proceso judicial supone reabrir el dolor pero al mismo tiempo puede tener un valor curativo.
¿Es posible la superación del trauma y la recuperación de la vida?
Sin duda. No obstante algunos adultos que realizan la revelación de abusos años después van a necesitar tratamiento psicológico durante años para poder reparar y sanar las heridas psicológicas. Revelar lo sucedido y pedir ayuda es el elemento clave para poder salir adelante.
Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINA
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica