El cáncer de mama suscita respuestas psicológicas específicas, generalmente relacionadas con aspectos íntimos de la femineidad, sexualidad, maternidad y la imagen corporal, afectando a la identidad femenina de forma muy intensa y profunda.
Con el cáncer de mama ver violadas la seguridad y la confianza de los lugares sexuales, femenino social y maternal, está amenazado el autoconcepto y las relaciones interpersonales que mantiene con personas significativas del entorno.
El equilibrio psicológico y su disposición para combatir la enfermedad son claves. La mujer con cáncer de mama se enfrentará de manera más adaptativa a la enfermedad y a sus tratamientos si su funcionamiento psicológico premórbido ha sido estable, sus recursos personales y su estilo de vida ante el estrés han sido eficaces, y si carece de una historia de trastornos psicológicos que pudieran interferir con su capacidad para enfrentarse a una enfermedad potencialmente mortal. La presencia premórbida de alteraciones psiquiátricas, como la depresión, constituye un factor de riesgo para su reaparición durante el curso de la enfermedad oncológica.
Las mujeres con cáncer de mama que emplean un estilo de afrontamiento activo y de resolución de problemas ante la enfermedad exhiben mejores niveles de adaptación y menores alteraciones del estado de ánimo. Las mujeres que se muestran flexibles en sus maneras de afrontar la situación lo hacen con mayor eficacia.
Por lo tanto desarrollar y potenciar procesos psicológicos como las expectativas, el sentimiento de autoeficacia, el sistema de creencias, la toma de decisiones y otros aspectos básicos de la personalidad como la autoestima, el autoconcepto o la confianza, la esperanza y la aceptación son claves para la recuperación y la prevención de cáncer de mama. Ante todo es muy importante andar el camino de la mano, vincularse y pedir ayuda para poder hablar, expresar y verbalizar el dolor para su superación.