Lluvia fina

– ¿Dónde está el reproductor de CD de este coche? -, pregunté extrañado, después de buscarlo insistentemente.

-Estos coches ya no traen reproductor de cd, ahora es todo por el móvil -, me respondió el joven vendedor de coches deslizando una leve sonrisa y mirada condescendiente.

Volví a casa con la sensación de que me faltaba algo, de que me iba con un nuevo vacío. Tome un taxi a la salida del concesionario. De camino escuchaba por la radio una locutora que hablaba de la reseña de un nuevo libro de un autor coreano creo.

-Estamos en la época de la desmaterialización, los objetos tienden a desaparecer- explicaba – Por ejemplo, los videojuegos cada vez más están alojados en la nube desde donde se juega y existen menos soporte físico, por lo que son más difíciles de controlar para los padres-.

Entonces pensé que los vacíos que sentía podían tener que ver con la pérdida de los objetos con los que había convivido durante tanto tiempo. Luego pensé en las relaciones por medio de las aplicaciones móviles como una forma de desmaterialización de la relación. Entonces se puso a llover. El limpiaparabrisas del taxi se agitaba excitado y violento, lo que me recordaba a la mecánica amorosa. Ha llegado el sexo desmaterializado.

Llovía con intensidad lo que no permitía ver a través de los cristales con claridad. Todo se veía  borroso como la visión bajo el agua de un hipermetrope.

-El mundo ha empezado a desmaterializarse- dije en alto al taxista.

– Está claro-, me respondió sin extrañeza.

Los taxistas están acostumbrados a todo tipo de seres y parlamentos. Y añadió, – yo tengo desmaterializado un riñón y la vesícula. Ahora voy camino de la próstata-

Como vi que era experto en estos temas le pregunté, – ¿usted cree que se puede desmaterializar el alma? -.

-El alma viene desmaterializada de serie- me respondió con rotundidad.

Claro, entonces el vacío está instalado de serie también y tampoco lo podemos encontrarlo por mucho que lo busquemos como el reproductor de CDs del coche.  

– ¿Su coche tiene reproductor de CD? – Le pregunté un poco asustado.

– Claro que sí, no lo ve aquí-, me respondió señalándolo con el dedo.

Me sentí aliviado. Era un coche al que se le encontraba el alma. Mientras el mundo desaparecía todavía no había llegado el fin dentro del taxi.

Quizás el proceso de desmaterialización actual es como la lluvia fina que poco a poco te va mojando, pero sin darte cuenta, y para cuando reparas en ella ya estás calado.